domingo, 1 de febrero de 2009

Tomas chocolate....paga lo que debes!

Eran las 3:16 am, el telefóno sonaba como si estuviera ahogandose, rompiendo todo silencio construido tras horas de sueño. -Carnal!, ayúdame, mi mujer se siente muy mal, pasa por nosotros.... llevanos al hospital!- Como si fuera la mía, me levanto de la tumba ensabanada, sin pensar, sin razonar, y, como si estuviera preparado para ello acudí al llamado. Hubiera llegado más rápido, pero para variar el vecino una vez más me dejó atrapado con su auto último modelo y no ha existido alarma, claxon o campana alguna que lo levante a altas horas de la madrugada. Pero siempre hay un plan B. Juan, amigo en común, llegó mas pronto de lo esperado por mi y asi, juntos, él y yo, asumiendo el papel de paramédicos recién egresados por clases en internet, (todavía ni llegabamos al lugar del siniestro y ya estabamos dando probabilidades de vida, dictámenes clínicos, causas y consecuencias, hasta medicamentos ya estabamos recetando), finalmente y despues de 1 largo y pesado minuto, llegamos a recoger a la víctima quien entre lágrimas, risas y aliento a vino añejado por la acidez de los jugos gástricos, apenas y podía caminar. Durante el trayecto al nosocomio, Juan, sacó al taxista oriundo de Iztapalapa que todos llevamos por dentro y que solo en casos como éste sale a relucir, comienza a sacar su repertorio de odas urbanas, disque para aligerar la preocupación -No carnal, si yo me acuerdo que en una fiesta, uno empezó a vomitar y manchó las mesas, y al otro le dió asco y que también se vomita-. Como si hubiera sido un bache mal pasado, hicimos caso omiso a tan ilustres y motivantes palabras. Tras 8 semáforos y 5 vueltas, llegamos a la catedral de la salud. -Urgencias, verdad?-, -Si, pero cuánto cuesta?-. En ese inter en el que uno hace cuentas rápidas de lo que hay en la tarjeta y como si fuera una estrategia médica para no razonarle más, ingresaron a la paciente. El diagnóstico fue entregado de manera expedita: "Gastritis", al parecer nada extremo, nada de gravedad. -Si, pero cuánto cuesta?-, Nadie se atrevió a dar un aproximado. Y asi, mientras el suero, la medicina, las recomendaciones médicas de los televisores y el andar de las camillas surtían efecto, Juan, Yo y Pacha (quien no se cansó de repetir con resignación de adulto mayor que llegaría a limpiar las espesas y ya pegadas evidencias del piso y cama que su mujer le regaló gracias a su malestar) inciamos después de ya varios meses, un peregrinaje verbal de casi tres horas para volvernos a conocer. Todo salió bien. Y como si fueramos comensales, la cuenta... llegó: 3 horas de hospital, una ranitidina, jeringa, inyecciónes, papel, luz, agua, teléfono, renta del local, entre otros; la módica cantidad de lo proporcional a una renta en la Narvarte, la mensualidad de un coche o dos viajes a Cuernavaca 5 estrellas para 2 personas. Si, en verdad eso costó. Pero qué esperábamos? si la tranquilidad es vendida por mercenarios de la salud...pero por esa tranquilidad, por ese respiro de alivio, así sea un chocolate, vale la pena pagar por el.
ARC
Vive!
Payo.

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